Hoy es un gran día, ya no me tendré que quedar en mi casa a esperar a mi hermanito Alex porque yo también voy a ir al colegio. Voy hacer muchos amiguitos.
Mi mami me llevo al colegio y me dejó. La profesora era muy linda y buena como una princesita. Su nombre era Katty. Solo había un par de niñas y un niño. El salón tenía varios pósters de varias caricaturas, había dos mesitas y encima había varios rompecabezas.
-Hola, me llamo María, ¿Cómo se llaman?-le dije a las dos niñas
-Mi nombre es Natasha-contesto la mas alta
-Y el mío Valery-contestó como si le desagradara hablarme. Pero la ignore nada me iba a malograr este día.
Ya llegaba la hora de irnos y ya tenía una nueva amiguita, Natasha, pero a Valery no le agradaba mucho. Me peñisco porque había logrado armar un rompecabezas más rápido que ella .
Era Julio y habían como un ‘desfile’ aun no entendía mucho de que se trataba pero Valery, Natasha y yo íbamos a caminar en publico vestidas como princesas.
Cuando pasamos me sentí bien, muy feliz.
-Que bonito estuvo todo-le dije a Natasha.
-Lo único hermoso fui yo, verdad que soy toda una princesa, no podría decir lo mismo de ti-dijo Valery señalándome.
De pronto toda alegría desapareció, quería irme de ahí. Era cierto que ella se veía bonita como una princesa, entonces yo no me veía así. Yo no era la princesa, sino la bruja. Vanesa Al ver la expresión de mi rostro sonrió complacida.
-Vámonos, Natasha no te juntes con tontas-
-Cierto-me tomó del brazo y me saco de ahí. ¡QUERIA A MI MAMA!
Llore toda la tarde. No quería nada solo llorar.
A pesar de Valery, todo el año escolar fue muy bonito. Pero en el siguiente ya no estaba la miss Katy ni Natasha.
De inmediato Valery era como la reina y yo una bruja. Solo tenía un poco de amigas. Las demás se hicieron amigas de Valery y como ellas me ignoraban.
Todo iba cada vez peor. Mis padres peleaban. Mi papá le pegaba a mi mamá y yo estaba ahí inmóvil sin poder evitarlo. A mi hermano tampoco le gustaba. Me hacía reír para que no le prestase atención a ello.
Ya le fui perdiendo el empeño al colegio. La miss Flor no era como la anterior, esta era buena solo con sus preferidas Valery y Gabriela. Siempre se peleaban por el primer puesto, ganarles era fácil pero ya no tenía el mismo empeño, así que mayormente no hacía las tareas. Al siguiente año aparecieron nuevos niños, otros que me ignoraban.
Pero había un niño que me recordaba a un príncipe, sus ojos eran hermosos. Yo hacia cosas divertidas sin importarme si era femenino o no. Hasta que un día Jesús, mi príncipe de ojos bellos, me tiró un puñete en la cara. Al principio no sentí nada, pero después sentí una punzada enorme en la nariz y veía las cosas confusas. Mi nariz comenzó a sangrar. Jesús se fue como el más cobarde que hay en los cuentos de hadas. Comencé a llorar, me dolía mucho.
-¿Que te pasó, cariño? ¿Quién te golpeó?-dijo una de ellas.
- Jesús-dije. Todavía no lograba pensar con claridad porque si estaba en mis cabales no lo hubiera acusado. Una parte de mí relacionaba ese acto con lo que mi papá le hacía a mi mamá. Pero sabía que estaba mal porque un príncipe no le hacía eso a su princesa. Sufría tantos desprecios como peces hay en el mar. Aunque tal vez yo sea una princesita que una bruja maldijo y que solo el verdadero amor rompería el hechizo. Una temporada mi primo Lucho vino con nosotros, debido a que mis tíos estaban ocupados cuidando a Fredy, ni otro primo. Este tenía leucemia, aún no entendía de qué se trataba esta enfermedad. Los sábados teníamos clases de fútbol, no me gustaba ir. Jugar fútbol no me iban servir de mucho para que me acepten. Pero era divertido.
Era 12 de Enero, cumpleaños de mi primo, así que cenamos rápido para poder bajar a su casa para estar un ratito. Cada vez que comía rápido me daba ganas de vomitar. Era puré con carne frita, así que solo comí la carne.
Bajamos y estábamos festejando, perdimos la noción del tiempo y mi papá llegó No entendí muy bien porque se había enojado. Vio a Lucho un poquito mal y por eso creo que se enojo.
-Me voy de la casa-dijo mi papá encolerizado.
-Nooo-suplico mi madre. Su cara estaba llena de lágrimas.
El camino hasta la puerta, se estaba yendo mi papito. Mi mamá y yo lo seguimos hasta el paradero.
-Alejandro, no te vayas- suplicaba mi madre.
-Papá-corrí a detenerlo, pero de pronto me sentí mal. Y vomite. Lo malogre todo, él iba a regresar. Mi hermanito lo siguió pero no volvió.
Al día siguiente fuimos a suplicarle que regrese en la Cepre-uni que era donde trabajaba y aceptó.
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